El vuelo de la redención

Encontró un lugar donde mirar al infinito, y le colgaban las piernas visto desde abajo, un abismo perfecto. Observaba desde allí todos los fallos de una vida que creía ya casi acabada, y no llevaba recorrido ni un tercio de lo que prometía ser una carrera de promesa.
Abajo le esperaban cada sueño lleno de colores, juegos y juguetes, los golpes.. los errores.
No llegaba a lo que de pequeño, hace un rato tan sólo, había prometido. Dónde estaba el dominio y lo correcto, dónde la palabra y su fidelidad, cuándo no se percató en el camino y su división, con qué estaría entretenido en ese momento.
Pensó arrojarse desde su posición, si aquellos que le esperaban abajo querían realmente pararle lo harían evitando el golpe.
Se puso en pié, acabaría con su vida de una caída certera a la roca que le esperaba, ó querrían pararle. Creyó haber traicionado todo en lo que puso intención de no hacerlo, y haber pasado por ello demasiadas veces. Los años que pasaron machacaron sus buenas maneras y dividieron su alma. Él era su problema, y mientras se ponía en pié adivinaba el final que le esperaba a su llegada al suelo. Sin creencia ni fe fue cayendo, presumiendo de vuelo, pidiendo perdón en susurro, lamentando un error que se llevó con él, culpando al cielo con una mirada que sólo un día dedicó, cayó, tiñendo la roca, y una última mirada sirvió para contemplar como todos los de abajo confirmaban su previsión, todos en estampida, todos los que sonreían al verle arriba se retiraron una vez abajo.
Y fue el único modo de redención que se le ocurrió. Dejó todos sus pecados, acertijos y demás arcanos a los que nunca dio ni daría solución. Todo sin dar un abrazo, ni unas letras escritas de despedida, porque nadie lo pidió en voz alta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Habrá que arrojarse.
Ya no hay nada que perder.
Que la caída sea tan certera...un golpe seco.