Es muss sein!

Fue aquel papel arrugado que un día me dio y rápido me quitó de mis manos lo que conduciría su futuro. Ojalá hubiese sido más rápido, debí haber insistido, para no estar ahora llorando frente a dos ojos que ya no me miran.
Su fin estaba datado. Cómo asusta pensar en alguien que juega con su vida y define su muerte en parámetros tan precisos. Fui amigo de ese alguien, en ocasiones yo mismo, fue mi ejemplo y mi alter ego, mi rival y mi enemigo.
Y ahora no queda nada, no más que unos extraños que me rodean con brazos inertes, con huecos consuelos, y un fino y frío hilo de acero asesino entre mis dedos, el último atuendo de mi amigo que dio muerte a su cuello.
Vivió demasiado tiempo sin latidos, demasiado.
Doctorado en batallas infinitas y luchas contra el viento que le hicieron fallecer en tantas ocasiones y levantar la frente en otras cuantas.
Quien no es de este mundo no desea estar en este mundo, y así hizo. Ese es mi consuelo.
Hasta la vista Andrés. Ya te echo de menos.