El día de Navidad las calles estaban atestadas de los últimos compradores de regalos y de un sin fin de alcoholizados muchachos, en su mayoría veinteañeros, pero a pesar de lo que pensaba, fue Andrés quien me movió a ir a estos sitios, donde lo normal era ver a gente sentada en los bordillos de las calzadas con platos de plástico blancos llenos de comida que te obsequiaban con cada cerveza y que atraía en masa a las gentes de nuestra ciudad.
De camino hasta el centro de todo esto estuvo muy callado, pero una vez nos apeamos del autobús comenzó a sonreír nada más encontrarse con la primera persona que conocía. Dos besos y un achuchón para una chica joven y su amiga, a esta última sólo la despidió con un saludo en el brazo. Seguía caminando pero veía que las chicas se quedaban mirándole cuando se iba, hablaban entre ellas, pero el no hizo comentario alguno. A uno tras otro iba saludando y no paraba demasiado tiempo, el hecho es que solamente eran ellas las que se quedaban estáticas. A una de ellas sí conseguí escuchar porque era casi un reclamo lo que le hizo a Andrés, "¿a qué viene eso?" -dijo la chica,.- y el seguía caminado y buscando ojos conocidos a los que acercarse como político en precampaña. Ya entendí que sólo quiso venir a ver a gente y decir cosas a las personas que conocía.
Nos apoyamos en una pequeña barra de metal, donde menos embriagados de Navidad había, y tras echar un vistazo alrededor se giró y pidió dos cervezas, ya no se volvió más que cuando nos fuimos. "Creo que vale por hoy" -dijo con una leve mueca de sonrisa-. "¿Qué cojones les has dicho?, porque sólo ellas se quedaban mirándote, incluso ha habido una chica que te ha gritado que..", "también se lo he dicho a ellos" -respondió-, "pero a ellos les da igual, o pensarán que les estaba felicitando las pascuas o algo así". Aunque yo sólo le acompañaba también me veían, lo que me incomodaba bastante y debía saber por qué, ahora ya nos miraban así a los dos. Pero antes de que le llegase a formular la primera palabra me aclaró, "les he pedido perdón. A todos". A lo que respondí que me contase que había hecho a tanta gente, a qué de debía ese arrepentimiento general que ni siquiera nadie entendía. Bebió la cerveza de un trago, sería el frío de ésta la que le hizo pronunciar la siguiente frase en un tono un poco duro, y el gas lo que humedeció sus ojos, "Yo no les he hecho nada amigo, a algunos de ellos les conozco, a otros sólo un poco, y hay a quien ni eso, pero, tal vez en el nuevo año, o quizás más adelante los vuelva a encontrar, y no me darán un minuto para pedirles perdón, te lo aseguro".
Me llevé mi cerveza porque Andrés salió al encuentro de alguien a quien debía conocer, ya que gritó su nombre y retumbó mi oído.
Nos conocemos desde hace mucho tiempo y aunque sus palabras sonasen duras no tenía por qué preocuparme, Andrés no es de esos tipos, pero en cambio sabía que no había nada de falso en todo aquello, ahora sólo debía saber a qué se refería, porque ya estamos al mes siguiente y quiero saber de qué se trata.
1 comentario:
Siempre debería haber un momento para escuchar un perdón sincero
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