La fábula del escorpión y la hormiga

Las demás hormigas habían cruzado ya hasta la otra orilla, a través de un viejo y estrecho tronco caído de un lado al otro del río. La última de los pequeños insectos solía ir retrasada siempre del resto del grupo, y vio como antes de poner la primera de sus patas en el tronco este cedió, siguiendo sin pausa la dirección de las demás ramas y hojas secas sobre el agua.
El grupo del otro lado quedó mudo, al igual que la hormiga, solitaria ahora. Se dispusieron a pensar soluciones rápidas para recuperar a su amiga, mientras mandaban a la orilla contraria voces tranquilizadoras de ánimo. Complaciente esbozaba alguna sonrisa, pero los nervios se hacían evidentes en su rostro.
Seguían las hormigas reunidas buscando el remedio que las reuniese de nuevo, cuando un aguerrido escorpión que observaba de lejos en la superficie del río, decidió acercarse a la pequeña, ofreciendo generosamente su ayuda. -"Ya he visto lo que ha sucedido, no temas, puedo ayudarte a cruzar si así lo deseas"-. La hormiga, un tanto asustada, miró a sus compañeras que seguían al otro lado, ahora observando la situación con algo de inseguridad, no se fiaban del violento animal, aunque vieran nobles sus intenciones.
Seguía mirando la hormiguita a sus amigas, las que no daban su consentimiento por un temor evidente. Indecisa, decidió preguntar al animal por sus intenciones al ayudarla. A lo que este aclaró -"Entiendo pequeña, tu miedo a montar en mi lomo, y no creas que no pensaría de igual modo si fuese una de tus amigas. Intentan protegerte, no confían en mi naturaleza, pero piensa esto, si una vez subida en mi espalda decidiese clavarte mi aguijón yo moriría también contigo, ¿no es cierto?-". Ante esto tanto la hormiga, como el grupo que la esperaba al otro lado no pudieron contestar, y aunque no les gustaba la idea no veían otra solución. -"De acuerdo escorpión, tienes razón, confío en ti, no tendría ningún sentido que me hicieses daño"-. Y así fue como la pequeña hormiga subió a lomos de su barquero particular, situándose justo en el centro su espalda, y agarrándose con fuerza para no zigzaguear demasiado comenzaron el pequeño viaje.
Algunas de las hormigas, viendo que el camino transcurría con normalidad, prosiguieron el camino, otras decidieron esperarla. Justo en la mitad del trayecto un sonido seco, cual partir de una vara caduca, hizo eco sordo en las demás hormigas, que se quedaron inmóviles al contemplar aquello. El escorpión había atravesado con su aguijón el corazón de la pequeña, llegando también la punta hasta el del propio animal. -"Pero,.no entiendo, también tu morirás"-, -"lo sé, y lo siento,. pero es que yo no puedo dejar de ser escorpión-".

El hilo de voz se diluyó casi al unísono, y ante la gélida mirada de sus solitarias compañeras, ambos, siguieron la misma dirección tomada minutos antes por el tronco, río abajo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bueno, muy bueno...porque deja mal cuerpo.

Anónimo dijo...

Au!! He sentido el aguijón...
Los dos muertos.

Unknown dijo...

Tengo un Escorpión como compañero de trabajo....😣

Unknown dijo...

😱😱😱

Unknown dijo...

Moraleja...No se puede ir contra la naturaleza cada cual es como es!!!

Anónimo dijo...

La fabula esta muy bonita

Anónimo dijo...

muy real y mas cono esta el mundo

Anónimo dijo...

Un poco triste la historia